Ciertas personas han sugerido que las verdades bíblicas deben cambiar al ritmo de los cambios sociales, los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos, 
como si estuviera en nosotros el poder hacerlo.
Con solo el derecho de autor podemos decir que todo lo escrito está más allá de nuestros límites. Si decimos que hombres escribieron las Escrituras, habría que pedirles a ellos que la cambien, ya sea al apóstol Pablo o al apóstol Juan por mencionar algunos.
Si decimos que 
la autoría de la Biblia le pertenece al Espíritu Santo, el asunto quedó resuelto, miles de años atrás: “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” (Isaías 40:8). Además, Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). La Biblia no se ajusta al hombre, el hombre se ajusta a la Biblia.
Entonces, ¿estará en nosotros cambiar las verdades bíblicas a fin de ser inclusivos? Absolutamente, no.
