La esposa de Job dijo a su marido:”¡ Maldice a DIOS y muérete.!” (Job 2:9). Mucha gente elige el camino del resentimiento y con el paso del tiempo se amargaron cada vez más. Viven sin gozo, sin esperanza y sin paz. Sólo tienen enojo y hostilidad.
Cuenta la historia de un hombre que vivía en el pozo del resentimiento, se levantaba por la mañana y se acostaba en la noche maldiciendo. Cuando alguíen iba a verle empezaba inmediatamente con sus quejas. Hablaba mal del gobierno, las autoridades, sus familiares, vecinos y hasta de la iglesia, prácticamente de todos. La gente le huía por su amargura, hostilidad y cinismo. ¡Qué tragedia!
Pero antes no había sido así. Muchos le recordaban cuando había sido creativo, divertido, y feliz. Ahora ya no lo era. El resentimiento era la fuerza controladora de su vida. Es cierto que había tenido algunas dificultades importantes que marcaron su vida, le había ocurrido cosas graves, había experimentado dolor y sufrimiento… Pero, ¿Quién no lo tiene?
No hay nada más devastador para el alma, nada más debilitante para la vida espiritual y moral que el RESENTIMIENTO. Necesitamos evitarlo como si fuera una plaga. Pero es algo que nosotros tenemos que decidir. Cuando la vida nos golpea fuerte con sus distintos problemas y tragedias podemos elegir entre el resentimiento y vivir una vida miserable y destructiva o podemos hacer lo que hizo Job, confiar más y más en El SEÑOR. Él dijo: “He aquí aunque DIOS me mataré, en ÉL he de esperar (Job 13:15a).
Hno/a. Si estamos pasando por un cuadro de resentimiento por algo personal o por alguíen, JESUCRISTO se nos ofrece hoy día. ÉL dijo: Vengan a MÍ todas las personas que están cansadas, cargadas y resentidas y Yo les sanaré; aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón (S. Mateo 11:28-29). Recurramos a *JESÚS* Y Usted _ *¿Qué dices?
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